Para mí lo bueno es estar junto a Dios, hacer del Señor Dios mi refugio
Esta mañana, mientras Manolo agonizaba, recibí un aviso. Había sacado, con los primeros fríos de la temporada, un chaquetón grueso. Al palpar uno de los bolsillos, ahí estaban. Eran unos sobrecitos pequeños que me resultaban muy familiares. Llevaban prendidos unos “pins” metálicos que reproducían los pies de un niño no nacido de diez semanas. Perfectamente conformados, son miniaturas fieles de unos pies netamente humanos, a escala de esa edad prenatal. Los “pies preciosos” que Manolo “importó” de Estados Unidos y esparció por toda España, desde la que posiblemente saltaron a Europa. Llevar estos brochecitos es desde hace muchos años un distintivo de la lucha pro vida. Y esta victoria simbólica la consiguió, a pulso, Manuel Fernández de la Peña, un ciudadano español y miembro de la Iglesia que desde la localidad sevillana de Mairena del Alcor ha hecho grande la campaña permanente en defensa de los más pequeños.
Manolo falleció esta misma
mañana. El pecho no pudo contener un corazón que no le cabía en él. Los no
nacidos en situaciones de dificultad, es decir en el seno de madres aturdidas
por la vida, han quedado huérfanos de un apóstol que levantó de la nada una
casa de acogida, una nave industrial llena de biberones, pañales y leche y un
monumento a la madre abandonada que siempre es una madre coraje, al menos en
potencia y a la que Manolo quiso rendir homenaje hasta el final, que no es la
muerte sino la Vida que no termina.
Manolo puso en marcha su empeño,
embarcando a no pocos maireneros y gentes de la más diversa procedencia, a
impulsos de San Juan Pablo II. Le escuchó cuando el Papa polaco rasgó el aire
en la Plaza de Colón durante su primer viaje a España, justo cuando nuestra
Patria pasaba de UCD al PSOE, y por lo tanto de un aborto legal inimaginable a
abrir las puertas del averno que no para de arder. Allí y entonces —les invito
a buscar las imágenes en Internet— un todavía joven Papa Wojtyla clamaba contra
el aborto con estas palabras: “¡Nunca se puede legitimar la muerte de un
inocente!” Y estiraba con vocación de eternidad la última sílaba de su
testimonio valiente y penetrante que aquel vozarrón de tenor elevaba en un do
de pecho indignado, mientras sus manos agitaban trémulas los papeles del
discurso. No le hicieron caso, pero Manolo retuvo esa frase y la convirtió en
una obra ingente que ha pivotado en torno a él hasta su muerte. Editó
incansablemente la encíclica Evangelium Vitae y organizó unas “semanas de la
vida” en Mairena que atraían a personalidades de relieve internacional. Desde
su puesto laboral de funcionario municipal se jugó el tipo muchas veces, y
siempre logró que las instalaciones del Ayuntamiento acogieran muchas de las
actividades de Pro Vida Mairena. Convocó manifestaciones, cuestaciones próximas
a la Navidad, conferencias, excursiones para estrechar lazos entre la pléyade
de cooperantes que recibían sus iniciativas como cosa propia. Siempre quiso
sumar sus esfuerzos como un cristiano más, aunque a veces ciertos
comportamientos eclesiásticos nublaran su rostro de niño grande.
El entusiasmo contagioso de
Manuel Fernández debe pasar a los anales de la dignificación de la vida pública
como un jalón misterioso puesto por Dios en el camino de quienes tuvimos la
fortuna, hoy el dolor, de haberlo conocido y perdido. Que Dios te bendiga y los
angelitos que salvaste te acompañen en ese Reino donde, te lo aseguro, nunca
habita el olvido. Como no lo hará en nuestros corazones.
Las acciones que llevó a cabo Manolo y todo su equipo de Provida de Mairena darían para miles de artículos y todavía, nos faltaría espacio y tiempo para poder plasmarlo, pero este artículo maravilloso condensa perfectamente la motivación y el.desapego que tenía Manolo de si.mismo. Lo dio todo, TODO, su vida misma por defender a los más débiles. Dios lo tenga en su gloria, en el cielo habrá fiesta por su llegada y nosotros lo echaremos siempre de menos. Descansa en Paz querido amigo
ResponderEliminarMuchas gracias, Angel.
ResponderEliminarNo es fácil expresar los sentimientos en el día de hoy.
Manolo es un tipo grande. Me niego a referirme a él en pasado. Rezo para que ahora, que recibe el abrazo eterno del Padre, siga influyendo en los corazones de los colaboradores de su Asociación.
Un abrazo, Ángel
Ángel gracias por tus palabras nos vemos y unidos en el dolor y en la oración por nuestro amigo Manolo, un fuerte abrazo en estos momentos difíciles de tu amigo David Baranguan
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