El cruce de cartas entre Feijoo y Sánchez, iniciado por el primero y zanjado abruptamente por el segundo, resulta harto revelador. En primer lugar, y aunque parezca mentira, de la ingenuidad del ex presidente de la Xunta, que no acaba de salir del terruño, donde, como bien sabía Álvaro Cunqueiro, nada es lo que parece y es posible torear al vecino haciendo gala de ese lenguaje cerrado de claves entre irónicas, socarronas y endogámicas que emplean los celtas profundos. Pero eso, al otro lado de la carretera de La Coruña, no cuela. Y en la Mareta menos. Nos habla, además, a las claras el breve epistolario entre pretendientes de mayorías de la resistencia --resiliencia, dicen ahora los cursis de la economía-- que caracteriza al socialista y que está a punto de pulverizar España en sus manos. Sigue como el primer día, chulo, es decir, guapo en toda la extensión del término. Para él no pasa el tiempo (el narcisismo es así), como si acabara de pulsarse el botón de stop en la cámara que grabó aquel mensaje ante la pandemia en el que donde decía "permanecer en nuestros hogares" quería decir renunciar a nuestras libertades. Y es que Sánchez gusta mucho en las peluquerías, porque no es nada lgtbi, sino todo lo contrario. Ese porte de pívot encestando con toda su anatomía de Victoria de Samotracia desplegada hacia el aro y la red ha conquistado tantos votos como la coleta del otro en su día. Él lo sabe de sobra --sobrado-- y unas veces emplea sus giros turgentes de voz de confesor años setenta y otras, como en esta ocasión, aires de Mareta, con su punto marroquí/sahariano, al tratarse de un escrito que responde, respondón, a otro del acólito liberal-conservador-centrista-progresista-conciliador (el PP se ha convertido en una suerte de osciloscopio buscando siempre no el justo medio sino la media de la masa, el electro plano). La estantigua ha lanzado el botafumeiro con la intención oculta, tal vez, de estrellarlo en la cara del otro. Incluso le ha tuteado --al contrario que su interlocutor--, para recordarle hasta la saciedad que ha sido él quien ha ganado las elecciones --¿tal vez no se lo cree y en realidad se lo reitera a sí mismo?--. Pero el chulapo impostado le ha pegado su propio empujón al incensario para que vuelva a su punto de origen, pasando, que es lo que le interesa, por el centro, donde coge impulso relanzado por los acólitos de la moderación. De boomerangs sabe más Sánchez que Feijoo. Y si no, que se lo digan a Susana Díaz.
Lo malo es que a los acólitos se les vaya el botafumeiro de las manos y acabe destrozándoles la cara. Como a Ciudadanos.
Lo malo es que a los acólitos se les vaya el botafumeiro de las manos y acabe destrozándoles la cara. Como a Ciudadanos.
Acertadísimo comentario, como siempre, que retrata a la perfección a ambos personajes.
ResponderEliminarMuy bueno Ángel, buena descripción ...biográfica.
ResponderEliminarEs que eres genial escribiendo, Ángel. En la descripción de la realidad y tan exquisitamente magistral en el lenguaje y el empleo lúcido de la ironía. Y el resultado un retrato siempre fiel y actual de los acontecimientos. Gracias por tu compartir.
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