jueves, 2 de mayo de 2024

EXTINGUIR FRANQUISTAS

El deportista de la Moncloa, que se mueve casi tan varonilmente como John Wayne cuando hay cámaras delante, está entregado, entre otras muchas, a una nueva modalidad deportiva: extinguir el franquismo. Uno de los pelotas paniaguados que le rodean con cargo a cargo del erario público (nuestros impuestos, para desorientados y olvidadizos) acaba de ampliar el espectro, pasando a la solución final. Quiere extinguir --exterminar sería más apropiado-- a la Fundación Nacional Francisco Franco. No la va a ilegalizar, porque no puede. Va a liquidarla manu militari, como en los mejores tiempos del Frente Popular.

Ignoro si la sociedad española es consciente de lo que tenemos encima, pero me temo lo peor. Si lo es, la matemática parlamentaria, fruto de una pésima ley electoral que los partidos mayoritarios no han querido modificar, le tiene maniatada. Pero lo cierto es que medidas como la que refiero son pasos sólidos en la consolidación de una dictadura, y estas cosas acabamos pagándolas todos. Recibo regularmente los boletines de la FNFF. Los archivo, porque siempre me he temido que esto acabara pasando. Unos me gustan más y otros menos, pero como ciudadano atento al devenir histórico y su conocimiento, son para mí un tesoro. Y lo son no tanto por el gran caudal de información, parcial pero real, que contienen como por poner de relieve algo de rabiosa actualidad, y es el estado de censura informativa en el que nos movemos. De ahí el interés indeclinable del Gobierno y sus partidos --desde los proetarras hasta los socialistas-- por silenciar también esta voz. Por cierto, que en las comunidades donde el PP gobierna en solitario no han tocado las leyes de "memoria histórica".

Para acercarse sin prejuicios a los cuarenta años de franquismo hay un sinfín de libros desde todos los ángulos. Pero los medios de comunicación, salvo honrosas excepciones, aprovechan que los españoles leen muy poco y bombardean sin piedad a la población con lugares comunes, marchamos de identificación cómoda y una mitología sin matices sólo comparable a la propaganda postbélica en la España de los años cuarenta. Vivimos en una dictadura moral dominada por quienes padecen una obsesión patológica: borrar cuanto desde el pasado pueda obstaculizar sus intenciones de monopolizar el poder. Y casi nadie parece darse cuenta. Mucho menos aún en mi gremio, el de la "Prensa", otrora defensora y beneficiaria de la libertad de expresión y hoy apesebrada a la sombra del goteo gubernamental que mantiene sus constantes vitales, en coma próxima al punto final.

Al fondo de todo, siempre aparece la misma siniestra silueta: la mentira. Y su antónima, la verdad, también se perfila en el horizonte pero como esos cuerpos inertes de ajusticiados pendientes de la horca. Estarán contentos. Así, entre osarios de víctimas exhumadas, prohibiciones inconstitucionales de derechos fundamentales, persecución del conocimiento histórico, expulsión de comunidades monacales y memorias hemidemocráticas, la gente se olvida o sigue ignorando amnistías, independencias, malversaciones, aviones nucleares estadounidenses en Morón de la Frontera, y ese mar de corruptelas que día a día va minando la fiabilidad que aún les queda a los bailarines enzarzados en la danza de la muerte con el ayer.


2 comentarios:

  1. La censura informativa por parte del gobierno y sus aliados tienen el objetivo de silenciar las voces discordantes como la de la FNFF y de todas las voces que no sean afín a sus ideas , si no estás conmigo estás contra mí.
    La idea del socialismo es dividir y "crear tensión" como decía esa mente brillante del señor Zapatero.
    Es propio de la deriva autoritaria que va a consolidar la dictadura de Sánchez si no se lo impedimos.
    La memoria histórica es importante conservarla para que no se repita esa cosa terrible que fue la guerra civil española , pero la memoria de todos , de unos y de otros.
    Sánchez la utiliza con el fin de obtener rédito electoral.

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  2. El PSOE, salvo el periodo felipista, siempre ha tenido una deriva cainita. Vive y se alimenta de esa triste lacra nacional.
    Anoche visioné una interesante entrevista en el canal de YouTube del Coronel Baños, realizada al novelista y ensayista Juan Manuel de Prada, con motivo de la publicación de la primera parte de su última novela, ambientada en los círculos de los exiliados españoles de la guerra civil en al París de los primeros años cuarenta.
    Al parecer muy documentada, narra comportamientos e ideas de muchos de nuestros próceres republicanos, que rompen los esquemas simplistas y maniqueos asentados por la leyenda, que sobre aquella tragedia y la II República, han sentenciado los intelectuales orgánicos de la izquierda y la progresía.
    Cuando prevalece la ideología, la realidad, y su expresión en el plano del conocimiento, que es la verdad, se ven tergiversadas y oscurecidas. De ahí poco, o nada bueno, pueden esperarse.

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