"El mayor destructor del amor y de la paz es el aborto"
(Santa Teresa de Calcuta)
Hace sólo unas horas que
ese abrazo que diera la vuelta al mundo entre una pequeña y anciana mujer “desvalida”
y todo un Santo Padre eslavo se ha hecho realidad en el Reino de los Cielos.
Dos hitos para la Humanidad. Dos santos estrechamente unidos, ambos doblando
levemente la cabeza, señal inequívoca de ternura. Ella depositando su cabeza, de
lado y con los ojos cerrados sobre el pecho blanco y despejado de su Papa. Dos
sonrisas idénticas. Y hoy, un sucesor de aquel gigante polaco que ya le
canonizó a él ha declarado santa a la pequeña/inmensa figura que se abrazaba a
la sotana e incrustaba en la cruz pontificia su oído, como queriendo escuchar
de primera mano el mensaje que aquélla destilaba.
He querido recuperar, en
este día tan señalado, algunas frases de Madre Teresa, como cree Francisco que
deberemos llamarla para “distinguirla” de las otras dos carmelitas que andan
por los altares. Lo hago como un compromiso cristiano que me arde en las
entrañas, porque se ha puesto mucho cuidado, incluso en medios que van de la
mano de la Iglesia, en disimular la primera —insisto, la principal— inquietud que
mantenía viva la llama de amor viva en el corazón de Teresa de Calcuta. El Papa
ha dicho: Teresa "defendía la vida humana, tanto la no nacida como la
abandonada y la descartada".
En este ramillete me
ciño a una fecha: el 3 de febrero de 1994. Y a un acto: el Desayuno de Oración
Nacional (anda que si aquí hubiera tal cosa…) que la Casa Blanca organiza una
vez al año. La ocasión —la misma que otro malhadado personaje muy “nuestro” y
que no se levantaba ante el paso de la bandera de los Estados Unidos aprovechó
para darle la vuelta a las palabras de Cristo— fue exprimida por la hoy santa
para no perder un segundo en el zamarreo de las conciencias del mundo,
sintetizadas en los poderosos del país al que el Orbe está mirando
continuamente. Allá van las cargas de profundidad de Santa Madre Coraje:
* “La amenaza más grande que sufre la paz hoy en día
es el aborto, porque el aborto es hacer la guerra al niño, al niño inocente que
muere a manos de su propia madre. Si aceptamos que una madre pueda matar a su
propio hijo, ¿cómo podremos decir a otros que no se maten? ¿Cómo persuadir a
una mujer de que no se practique un aborto? Como siempre, hay que hacerlo con
amor y recordar que amar significa dar hasta que duela”.
* “Jesús dio su vida por amor a nosotros. Hay que
ayudar a la madre que está pensando en abortar; ayudarla a amar, aun cuando ese
respeto por la vida de su hijo signifique que tenga que sacrificar proyectos o
su tiempo libre. A su vez el padre de esa criatura, sea quien fuere, debe
también dar hasta que duela”.
* “Al abortar, la madre no ha aprendido a amar; ha
tratado de solucionar sus problemas matando a su propio hijo. Y a través del
aborto, se le envía un mensaje al padre de que no tiene que asumir la
responsabilidad por el hijo engendrado. Un padre así es capaz de poner a otras
mujeres en esa misma situación. De ese modo un aborto puede llevar a otros
abortos. El país que acepta el aborto no está enseñando a su pueblo a amar sino
a aplicar la violencia para conseguir lo que se quiere. Por eso el mayor
destructor del amor y de la paz es el aborto”.
* “El mayor regalo que Dios le ha dado a nuestra
congregación es luchar contra el aborto mediante la adopción. Ya hemos dado,
sólo en nuestro hogar en Calcuta, más de tres mil niños en adopción. Y puedo
decirles cuánta alegría, cuánto amor y cuánta paz han llevado estos niños a
esas familias. Ha sido un verdadero regalo de Dios para ellos y para nosotros”.
* “Recuerdo que uno de los pequeños estaba muy
enfermo, así que les pedí a los padres que me lo devolvieran y que les daría
uno sano. Pero el padre me miró y me dijo: ‘Madre Teresa, llévese mi vida antes
que el niño’. Es hermoso ver cuánto amor, cuánta alegría ha llevado ese niño a
esa familia”.
* “Recen por nosotros para que podamos seguir con este
hermoso regalo. Y también les hago una propuesta: nuestras hermanas están aquí,
si alguno no quiere un hijo, dénmelo, yo sí lo quiero”.
* “Para mí, las naciones que han legalizado el aborto
son las más pobres, le tienen miedo a un niño no nacido y el niño tiene que
morir”.
* “Tomemos una
determinación: que ningún niño sea rechazado o que no sea amado, o que no se
preocupen por él o que no lo asesinen y lo tiren a la basura”.
En aquel salón de
Washington estaban el presidente Bill Clinton, su esposa y actualmente candidata
a la Presidencia, Hillary; el vicepresidente y gran batallador contra el cambio
climático (aunque no predique precisamente con el ejemplo), Al Gore, y otros
muchos destacados mandatarios o dirigentes de aquella gran nación. La fundadora
de las Misioneras de la Caridad les dio la mayor lección de fe y esperanza en
Dios y en el ser humano que hayan presenciado las actuales generaciones.
Que se tenga presente
cuando los ángeles entonan himnos de gloria por su fiesta. Cada 5 de septiembre
aquellas palabras siempre nuevas resonarán en el Santoral.
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