lunes, 19 de febrero de 2018

UNA PATRIA CON VOZ DE MUJER


No está todo perdido. Eso, que nos rindamos, es lo que quieren los partidarios de lo corrosivo, pero ni hemos extraviado nuestro patrimonio espiritual ni España está tan deprimida como algunos pretenden. Frente al derribismo ruin de los que sólo venden carroña pestilente, se alza una España orgullosa de todo lo bueno que hay en su interior y en su pasado. Coser ese ayer con el presente haciendo las paces con nuestros padres en lugar de matarlos es una actitud que se va abriendo paso a través de hitos como el que este fin de semana ha protagonizado Marta Sánchez en el Teatro de la Zarzuela, adonde acudía, según ella misma ha declarado, con Alfredo Kraus a empaparse de buena música.
Los sones del himno nacional sonaron en su garganta con la voz de los valores eternos. Dio, nada menos, que gracias a Dios por haber nacido aquí. Tras la primera frase, el teatro, lleno, prorrumpió en una emocionante ovación que se repitió varias veces a lo largo de su interpretación, según ha captado con su móvil  un espectador que ha convertido su dispositivo en la ventana a la que se han asomado millares de miradas en pocas horas. Entre otras las del presidente del Gobierno y el jefe de la formación que tal vez pronto le arrebate el poder. Ambos, Rajoy y Rivera, junto a Andrea Levy, Juan Carlos Girauta o Rosa Díez, han mostrado enseguida su solidaridad con la autora de una letra que sin duda va a pasar a nuestra mejor historia por el hondo acierto que encierra. Por fin, podremos cantar el himno de España, como hacen los franceses o lo norteamericanos a partir de sus respectivas revoluciones nacionales.
En una interpretación clamorosa, revestida de rojo y rubio, éstas son las palabras cantadas por Marta para vibración de todos los españoles de bien:
"Vuelvo a casa, a mi amada tierra, la que vio nacer mi corazón aquí. Hoy te canto para decirte cuanto orgullo hay en mí, por eso resistí. Crece mi amor cada vez que me voy, pero no olvides que sin ti no sé vivir. Rojo, amarillo, colores que brillan en mi corazón y no pido perdón. Grande España, a Dios le doy las gracias por nacer aquí, honrarte hasta el fin. Como tu hija llevaré ese honor, llenar cada rincón con tus rayos de sol. Y si algún día no puedo volver, guárdame un sitio para descansar al fin."
Confieso que la cantante me ha arrancado alguna lágrima. En una España de la que todavía abjuran algunos, que una mujer como ésta, curtida en las tablas de muchos años ante el público, haya tenido la valentía y la coherencia de rescatar el patriotismo en el escenario es un baño de esperanza. Hermoso gesto de una bella dama capaz de levantar la moral de un pueblo cabizbajo con su inspiración artística y su sonrisa estimulante. En Sevilla hay una glorieta en la que campea un Rodrigo Díaz arremetedor y pinturero. El original lo esculpió la esposa del mecenas estadounidense Archer Milton Huntington, el fundador de la Hispanic Society de Nueva York , y lo puso en su película “Ciudadano Kane” Orson Wells, otro enamorado de España. En esa misma rotonda, hoy muy transitada, se erige desde la Exposición Iberoamericana de 1929 —mucho antes que el Cid— un triple arco triunfal en cuyas hornacinas siguen luciendo tres estatuas femeninas del escultor Pérez Comendador: la de la izquierda simboliza el trabajo (la “industria”) que aporta la prosperidad; la de la derecha, que muestra una Inmaculada de bulto redondo en una mano, encarna las artes. Y la del centro es la Hispanidad, con su escudo de leones, castillos, barras, granadas, cadenas y un “Nodo” con el que Sevilla se ha colado en las armas patrias. No cabe duda de que estamos ante una gran mujer, coronada y domeñando un león a sus pies. El poderío de la Hispanidad, que permanece ahí y renace, cuando uno menos se lo espera, en la letra, la voz y el coraje de Marta Sánchez, mujer de bandera.

No hay comentarios:

Publicar un comentario