El sector público andaluz ha reducido 18.000 plazas de funcionarios (principalmente en sanidad y educación) pero ha aumentado en 3.000 el número de contratos de la Administración paralela. Las empresas del Estado pierden 200 millones en un año. Altos cargos del Poder andaluz tenían empresas —algunos una red— que cobraban
subvenciones sin justificar de la Junta. Para salir del paso, se acudió a una
"excepción" legal que permitió exonerar a más de 2.000 entidades
(partidos, ayuntamientos, diputaciones, sindicatos, particulares…) de aportar
documentación probatoria de que habían destinado el dinero público a servicios
públicos. El Ayuntamiento de Isla Cristina (Psoe), ha subido los impuestos un
20 por ciento en un año, siguiendo la estela de otros municipios costeros de
Huelva en manos de los socialistas. Y sin embargo, ayer presencié cómo cuatro
policías municipales de dicha localidad estuvieron a punto de ser linchados por
una masa de africanos indocumentados que ejercían una actividad ilegal en pleno
paseo marítimo de un núcleo turístico. Pasé miedo, por aquello de las balas
perdidas. Ante tan grave incidente, la inexistencia de alumbrado público
encendido, durante años, en ciertos puntos básicos de las urbanizaciones
adyacentes carece de importancia.
El fiscal anticorrupción de Baleares concedía una entrevista
a El País días atrás que recomiendo vivamente a cualquiera que quiera
informarse sobre el verdadero estado político de nuestra Nación. En ella, y con
una precisión milimétrica de jurista experimentado, detallaba cómo la
legislación vigente procura ante todo proteger a los legisladores y demás
politicodependientes de los partidos. De ahí un régimen de aforamientos desaforado
y basado en la desconfianza de la Justicia independiente.
Este sistema de excepciones en el que los sin papeles son
sujetos del mismo derecho que se les niega, y con razón, a los con papeles —la
impunidad— alcanza cotas explosivas. Un Gobierno regional (¿o varios?) incumple
flagrante y descaradamente las sentencias de los tribunales de mayor rango, y
no pasa nada. Uno de los paladines de la transición —recordemos que el padre de
la Constitución por los catalanistas militaba en las mismas filas cuando el
presunto delincuente era ya un líder en Cataluña— se perfila como un
defraudador a gran escala que ha escondido, según confesión propia, una suma
alucinatoria de dinero en paraísos fiscales. Una juez traslada al Tribunal
Supremo la imputación a dos presidentes autonómicos del semillero intocable de
votos andaluz que entrambos cubren varios lustros de vida política en la
Comunidad (¿la mayor parte de la etapa autogestionada?).
Es la España de las excepciones. Toda ley tiene su salvedad,
a medida del redactor. Según el fiscal mencionado, la que más trampas ha
permitido es la de Contratos. Y a esto llaman un régimen de transparencia.
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