lunes, 26 de junio de 2017

AVE FENIX: DE BETA A VERBO

El miércoles 1 de junio de 2016 publiqué en este mismo espacio un artículo que titulé “Buena noticia para los analfabetos”, en el que daba cuenta del cierre progresivo de la cadena de librerías Beta, pionera y solitaria en la empresa de poner a disposición de los andaluces un auténtico emporio bibliográfico. Nacida en la sevillana calle Asunción del acomodado y lector barrio de Los Remedios allá por 1976, Beta fue el empeño personal del matrimonio formado por José Velasco y Mari Cruz López, un empresario madrileño enamorado de Sevilla con sevillanos desde que la conoció, y una periodista burgalesa que apostaron por el comercio de los libros en Sevilla y provincias limítrofes. Llegaron a facturar ocho millones de euros en sus once tiendas. Hasta que la crisis por un lado, las nuevas tecnologías por otro y sobre todo la gestión de quienes tomaron el mando tras los fundadores hicieron que “Beta, Galería Sevillana del Libro” se fuera yendo a pique hasta echar el cierre definitivo. Sus empleados se llevaron casi un año sin cobrar, y los proveedores fueron dejando vacíos los anaqueles. Una productora de programas para Canal Sur fue la última propietaria del malogrado negocio.
Hoy me causa honda satisfacción ser portador de una pésima noticia para esos mismos analfabetos funcionales que parasitan en nuestros días la llamada sociedad del bienestar. El espíritu de Beta renace con otro nombre, el mejor que podía llevar un proyecto enraizado en los libros: “Verbo”. Y lo hace a unos pasos de donde el ahínco juvenil de aquella pareja emprendedora y culta lo puso en marcha. Dará trabajo—lo está dando ya— a una parte de la plantilla que lo perdió. Otros se han puesto también las pilas y han preferido navegar por cuenta propia bajo una etiqueta muy elocuente: “La botica de los lectores”. Los Remedios se convierte así en un barrio clave para la lectura, una especie de biblioteca comercial para satisfacer las ansias de leer de una población cambiante y unida a lo intemporal por las páginas de un volumen de papel. Junto con la también veterana Palas, la calle Asunción es ya una arteria cultural en la ciudad.
Pero la reapertura de viejas librerías que nunca mueren no ha hecho más que empezar. Lo siento por esa parte, nada desdeñable, de españoles que presume de no leer nunca un libro. Tras Asunción, y al otro lado del Guadalquivir, hay ya otra librería Verbo. El emplazamiento no puede ser más histórico y literario: la calle Reyes Católicos, muy cerca ya del altozano sevillano, donde la luz alcanza sus cotas cenitales, entre pajarear de volátiles que pueblan los plátanos callejeros y ecos de autobuses Damas, de cosarios de los pueblos y furgones de cuadrillas vestidas de luces. Donde El Cachorro, la Estrella, Las Cigarreras, San Gonzalo, La Esperanza y La O. Donde la cabalgata. Donde transcurrieron las años irreparables del poeta Rafael Montesinos (la casa patio en la que su padre se vestía de nazareno, siguiendo en el buen recuerdo el camino más corto para herirnos está pegada, pared con pared, con el local de la librería). Y también donde vio la luz primera, junto a un muro que aún existe por la trasera calle Segura, éste que les habla. Permítanme la concesión a lo privado.
Y ahora viene lo mejor. Pronto, más de lo que algunos querrían, volverán los libros a invadir el antiguo cine-teatro Imperial, en el corazón de la calle Sierpes, en ese espacio mágico en cuyas pantallas (Imperial, Llorens, Palacio Central, Pathè) vimos el mundo y sus conjuntos en color por tecnicolor y cinemascope. Pues bien, allí también reabrirá la galería sevillana del libro con el nombre de Verbo. Pero el gran acierto no estriba sólo en el ímprobo esfuerzo que con casi noventa años ha emprendido don José Velasco junto a su esposa, sino en que, ojo avizor siempre para sondear los signos de los tiempos, ha comprendido que los libros no pueden estar solos en un espacio tan vasto y en una época como la nuestra, dominada por la imagen. De modo que ha decidido aliarse con un histórico profesional del comercio fotográfico en Sevilla para romper la disyuntiva tradicional según la cual una imagen vale más que mil palabras. Ellos servirán imágenes y palabras en feliz coyunda, y la tienda será en realidad un “centro de la palabra y la imagen” donde se pongan a la venta títulos literarios en comandita con artículos de fotografía y vídeo, al tiempo que se programan actividades culturales y cursos en ambos campos.
La idea no puede estar más henchida de talento e intuición. Martín Iglesias (que ésta es la firma de imagen, como los incondicionales de la fotografía habrán supuesto al instante, no en vano ambas convivían en la misma calle Hernando del Pulgar) y Verbo irán de la mano en el señero Imperial para hacer de Sevilla capital y vanguardia de un nuevo modelo de oferta comercial en el que se aúnan las dos dimensiones de la comunicación humana: la palabra y la imagen. Habrá quien alegue que falta el sonido. Tal vez, y no sería mala idea incorporar la música a esta espléndida letra escrita en el pentagrama de la técnica visual.
Las dificultades se multiplican a medida que avanza el proyecto. Los contratos están firmados. Ahora es el momento del Ayuntamiento y de las compañías de suministro, porque el tiempo no ha pasado en balde, y la adaptación que requiere el nuevo uso no es moco de pavo. Pero el matrimonio Velasco-López rejuvenece con desafíos como éste. Me consta que alguna de las familias afectadas por el cierre de Beta tuvo que acudir a los comedores de Cáritas. Ahora, la oportunidad de reconstruir sus vidas está de nuevo en marcha, y en gran medida gracias a una pareja de jóvenes jubilados que no tendrían ninguna necesidad de complicarse tanto la vida porque muchos años de buen trabajo le han proporcionado una más que holgada “vejez”. Pero, como me decía don José: “Todo el mundo, incluso la familia, me dice que estoy loco, y que cómo me voy a meter en unos compromisos de quince años, a mi edad. Y yo les digo que no lo hago por mí, sino por mis empleados. Yo podía estar en la Selva Negra ahora mismo, disfrutando y descansando tranquilamente. Pero mi sitio está aquí. Y como en los bancos tengo buena fama…”

Por mi parte, sólo me queda decir “chapó”, descubrirme y presentar todos mis respetos a quienes nos harían un gran favor a todos estando en La Moncloa.

2 comentarios:

  1. Una alegría leer que los libros volverán de donde nunca debieron irse. Más aún saber que en Sevilla hay emprendedores irredentos de la cultura sin subvenciones.

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  2. Mi agradecimiento también a los Velasco - López, por su valentía, su afán y su perpetua juventud. Y ti amigo Angel, por brindarme esta oportunidad y esta alegría.

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