miércoles, 21 de marzo de 2018

CONMOCIONES


"Cuando vemos que Gabriel no vive es el momento más duro de nuestra carrera profesional y el que no lloró allí, lo hizo en otro momento; es que somos humanos."
José Hernández Mosquera, teniente coronel jefe accidental de la Comandancia de la Guardia Civil de Almería

Vaya por delante de este artículo que, tras la metamorfosis censora que está experimentando la sociedad española en el tubo de ensayo de la izquierda, con leyes mordaza en tramitación y un proceso inquisitorial digno de regímenes muy alejados de nuestro entorno (hasta ahora), cuanto escriba desde este momento debe ser interpretado multiplicando por diez su contenido. Las otras nueve partes me las callaré para no poner en bandeja a los enemigos de la libertad mi cabeza y la de mi familia.
Dicho esto, quería referirme hoy a la gran enfermedad que corroe los tuétanos de la Nación española, si es que todavía existe: la hipocresía. Es la peste del siglo XXI en España; también, por supuesto, en Sevilla, desde donde sigo rompiendo a escribir cada vez que logro salir del muermo depresivo en el que me sumerge el paisaje político circundante. Sí, hoy voy a por todas, y para explicarme nada mejor que reproducir íntegro el mensaje recibido y procedente de la entidad local más luchadora en defensa del derecho a la vida (artículo 15 de la Constitución Española) que se ve sistemáticamente vulnerado cada día en las personas de trescientos seres humanos concebidos en España. Lo envió el presidente de la asociación Pro Vida de Mairena del Alcor, que, como digo, es pionera y avanzada siempre en la defensa del no nacido y su madre. Y decía así:

“Hoy martes día 13 de marzo, al tiempo que tenía lugar el funeral por el niño Gabriel, vilmente asesinado por su "madrastra", y a la misma hora, asistíamos absolutamente impotentes al asesinato de Angelito, un niño al que su padre y otros parientes trataron de salvar pero que su "madre", aún después de oir los latidos de su pequeño corazón y de ver su foto e incluso habiéndole proporcionado un trabajo bueno y digno, rechazó tajantemente, con una frialdad que extremece, ejerciendo el "derecho a decidir" sobre la vida de su hijo.
Lo que cuento es real como la vida misma y demuestra la falsedad del "derecho a la igualdad" que impide a un padre hacer nada por su hijo y que condena a un hijo a muerte por la simple voluntad de su madre.
Los políticos se sienten horrorizados con lo sucedido a Gabriel y ven un derecho y logro social el asesinato de Angelito.
La Hipocresía no puede ser más gigantesca.”

Llegado a este punto, y sabedor de que estas líneas nunca llegarán a ser “virales”, podría guardar silencio. Pero no les voy a dar este gusto a los nuevos amos de España. Y voy a comentar algo de lo que se me ocurre (insisto en que, como hacía aquel personaje de “La vida de los otros”, oculto mi máquina de escribir lo que siento bajo el parquet por si aparece la “Stasi”).
Los pueblos pueden derrumbarse de muchas maneras, aunque hay muy pocas para reconstruirlos. Atacar el origen mismo de la vida humana es, sin duda, la mejor baza de la decadencia. El aborto, como más tarde y recientemente otras cruzadas para el desarme moral de los españoles, se planteó al principio como una exigencia democrática, una normalización cuyos efectos inicuos se limitaban a tres supuestos, que nunca se respetaron por cierto, lo mismo que se ignoró y se ignora la sentencia del Tribunal Constitucional.  Aquello lo sacó adelante Felipe, el despenalizador. Era la primera fase. La segunda la puso Zapatero, el implantador. Y, al igual que en esas otras cruzadas, lo que se disfrazó de supresión de barreras discriminatorias, se ha convertido en el fruto podrido de la imposición obligatoria. Y pobre del que sostenga lo contrario.
Es la verdadera faz de los movimientos inspirados en la filosofía de Marx y en la praxis de Lenin. La manera de dar pasos irreversibles es la propia: utilizar los puntos débiles de la burguesía. Poco, a poco, a lo largo de cuarenta años de zapa, han ido laminando a la clase media y su mentalidad para que sea más fácil el asalto final. Y éste se produce ahora, con los vendavales antidemocráticos de “la calle” y “los medios” agitando la propaganda subversiva, igualitaria y arrasadora que barre España. Es fundamental en esta etapa definitiva darle la vuelta a la historia, y para eso están las leyes, ni siquiera modificadas por el PP cuando podía, de lavado de cerebro colectivo, principalmente de las generaciones que no conocieron lo que se pretende transformar “a posteriori”.
Llegados a este punto, se ha conseguido que ocurra, imperceptiblemente, lo que mi amigo Manolo, que se bate el cobre desde Mairena, describía lacónica y dramáticamente en su testimonio sobre “Angelito”: que todo un país se movilice, y hace bien, por el pobre Gabriel y su familia verdadera, mientras que pasan los días y nadie mueve una pestaña por los otros trescientos “gabrielitos” caídos a diario en los abortorios de España. Espero que por señalar lo obvio —que la hipocresía más sangrante ha hecho de España un zombi a la deriva— no me persigan, o al menos que no me caiga una multa gubernativa —¿a qué me recuerda esto?— que le quite a mis hijos el pan de la boca, tras toda una vida de sudores de su madre y de su padre, con sus correspondientes impuestos pagados para que nuestro Congreso dé lecciones de lo que nunca debería sucederle a un país.
Los guardias civiles, que tanto saben de tragar lágrimas a causa de la violencia, nos han vuelto a dar ejemplo de todo a todos. Ellos lamentaban no haber podido salvar a Gabriel. Nosotros deberíamos apretar los dientes por el gran fracaso que representa dejar a sus pequeños compatriotas abandonados en el contenedor de residuos orgánicos.

3 comentarios:

  1. De hipocresía a hipocresía, ayer, dia del síndrome de Down, inundadas las redes de calcetines de dos colores y de muestras de apoyo, que me parece muy bien, les faltó tiempo a los políticos que firmaron la pena de muerte de estos niños en el vientre de su madre,para fotografiarse con todos ellos. Hipócritas, firmáis la ley que permite la aniquilación del 85% de ellos antes de que nazcan y después, tan campantes, os fotografiáis con los supervivientes. Que ruindad!!!

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  2. No puede ser más elocuente el artículo es la hipocresía que nos invade en esta España de " to er mundo es gueno" una pena, desgraciadamente estamos así y por tiempo , se han perdido los valores y hemos pasado al todo vale , las niñas para hacerse un pearcing tienen que pedir permiso a sus padres , para abortar....No. esto es lo que hemos traído con la libertad mal entendida

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