Una de las razones principales —no lo
duden— por las que VOX ha irrumpido en el panorama político institucional
español, desde su sorpresa andaluza del 2 de diciembre es su formalidad, su
apego a los modales, su buena educación, en suma. Eso se ve, sobre todo, en las
mesas informativas de las calles, donde la gente de a pie de las siglas verdes
dan un ejemplo de cortesía, incluso ante miradas o comentarios torvos o la
presencia de boicoteadores más o menos amenazantes. No olvidemos que muchos de
sus integrantes proceden del Partido Popular. VOX sostiene ideas muy
contundentes, si se quiere extremas (término siempre relativo a las
circunstancias del momento) pero lo hace respetuosamente hacia el adversario y
con gran aprecio de las maneras que tanto significado encierran siempre. Hay
excepciones, claro está, tanto más inevitables cuanto que estamos ante un
partido nuevo que se enfrenta con todo el espectro “admitido” hasta hoy. Pero
la tónica es ésa de la moderación en el lenguaje, al menos sin traspasar las
fronteras de la afrenta personal. Y lo es por dos motivos: porque es un partido
conservador y porque su mensaje, a contracorriente, llega más y mejor si no se
da la razón a quienes lo descalifican por agresivo.
De ahí que resulten tan chocantes los
dos últimos episodios tocantes a la comunicación que han dejado fuera de
combate a esta nueva formación de derechas. En Andalucía, nada menos, el otrora
número uno Francisco Serrano ha protagonizado un culebrón, al parecer
involuntario, que ha tenido como cauce ese campo de minas que son las redes
sociales. En este caso, se trataba de cuentas personales del líder y juez en
las que se plasmaron opiniones temerarias sobre la sentencia de “la manada” que
el Tribunal Supremo acababa de emitir. Recordemos que dicho pronunciamiento
judicial se extiende a lo largo de más de trescientas páginas y las frases de
Serrano, como corresponde al medio en el que fueron difundidas, son sólo un
ramillete. Lo cierto es que dieron la vuelta a España en las portadas de casi
todos los periódicos, por no hablar de la “sangre” hecha en televisiones,
radios y en las mismas redes sociales. El jefe del Grupo Parlamentario de Vox
en el Parlamento de Andalucía elaboró y colgó en sus redes, horas después, un
comunicado exhaustivo de un folio analizando dicha sentencia con rigor, mesura
y conocimientos técnicos de enorme nivel. Pero este texto no llegó más que a
quien quiso leerlo, que fuimos cuatro gatos. Después, Serrano se perdió en un
laberinto de autorías de los exabruptos que desembocaron en algo tan inaudito
como que alguien con acceso a su cuenta puso en ella aquella dinamita sin su
consentimiento. Acto seguido, se retiró durante un mes de la vida pública, y en
ello estamos.
Pero un diputado autonómico de VOX
que se caracteriza por ese tacto y elegancia al que aludía al principio,
Alejandro Hernández, portavoz parlamentario desde hace meses, apechó con la
situación, criticó abiertamente a Serrano por su descuido y encarriló el
accidente con suprema mano “izquierda” pero sin arriar bandera alguna.
No obstante, no acaba ahí la
historia. Cuando parecía que las dichosas redes ya habían jugado todas las
malas pasadas a VOX, una nota del partido en su cuenta oficial nacional y con
logo y bandera incluidos lanza improperios groseros y hasta chabacanos a destacados miembros de Ciudadanos. No voy a
reproducir aquí lo expuesto por el autor de dichas increpaciones, como no lo he
hecho con los otros mensajes, pero sí voy a reproducir las palabras de Alejandro
Hernández cuando toda la izquierda y parte de la no izquierda andaluza se le
echó encima en sesión parlamentaria: “No estamos orgullosos de esas
comunicaciones. Le pido disculpas (a Ciudadanos) por lo que a mí respecta”.
Obviamente, el portavoz tuvo que limitarse a hablar en su nombre (aunque en
sede parlamentaria), pero ahí quedó la cosa.
Dos pinceladas para situar ambos
deslices comunicativos en sus respectivos contextos temporales: Las acometidas
de Serrano contra la sentencia del Supremo (que, al parecer no eran suyas) tenían
lugar justamente cuando el alto Tribunal acababa de comenzar el estudio de otra
sentencia, la del intento de secesión de Cataluña, en la que el único partido
que se ha personado como acusación popular ha sido VOX, cuyo secretario
general, Javier Ortega Smith, ha ejercido dicha función, como toda España ha
podido constatar día a día.
Y el otro dato: El mensaje del perfil
oficial de VOX desde la dirección nacional suscitó los ataques de la oposición
andaluza durante el debate en el que se discutía una proposición no de ley
presentada por dicha formación ante el asedio permanente y sistemático sufrido
a lo largo de la joven legislatura. La propuesta se aprobó, pero descafeinada y
sin citar al partido.
VOX, también por redes, quiso
suavizar sus salidas de tono, aunque como en el caso de Serrano el remedio
fuera peor que la enfermedad: “Nuestro CM de verano, aunque tenga razón, debe
vigilar el lenguaje. No podemos garantizar que si Ciudadanos se empeña en dar
los gobiernos al PSOE, esto no vuelva a suceder.”
Pues estamos listos con los gestores
de las redes sociales. Hay que reconocer, y bien lamentable que es, que los
partidos de siempre controlan mucho mejor las suyas. Y eso, en una oferta
electoral nueva que acoge a cincuenta mil afiliados y tiene representación ya
en las cámaras de la Nación, de las regiones y de los municipios de toda
España, es imperdonable. Urge ponerse las pilas, amigos de VOX. Las redes
sociales no pueden ser un salvoconducto para el insulto en un partido tan serio
y necesario para la España de nuestros aciagos días.
Muy oportuno tu artículo, que aclara y enfoca correctamente acontecimientos chocantes y casi inexplicables en VOX. El partido, acosado e injustamente demonizado por partidos políticos dominados por la baeza, tiene que mantener sus nervios bajo control. Perder la compostura y lanzar exabruptos es lo que el enemigo quiere para poder destrozarlo a placer.
ResponderEliminarFrancisco Rubiales
Muy de acuerdo Ángel con tu post...hay que aprender de errores como estos y seguir adelante con fuerza. Vox es más necesario que nunca viendo la deriva de la política nacional y sus viejos partidos que nos representan
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