La penúltima finta electoralista del Partido Popular se
acaba de consumar con el paso por el Congreso de la "reforma" de la
Ley Aído que consagra en la ex católica España el derecho universal al aborto
(nuevo "derecho humano progresista". A última hora, ha conseguido
frenar la oposición de Unión del Pueblo Navarro, la sedicente marca del PP en
la tierra otrora carlista y hogaño regida por los euskalerrietas. UPN había
mantenido hasta ahora una postura inequívocamente pro vida que le había llevado
a desmarcarse del rajoysmo dominante en esta grotesca maniobra de maquillaje
ante la galería social demócrata del supuesto partido conservador. De haber
perseverado hasta el final, los navarros hubieran sumado sus siete diputados a
los cinco que se han mantenido fieles a la doctrina original del PP en materia
de aborto, y todos habrían supuesto la mayor fuga de disidentes que hubiera
cosechado la "derecha" parlamentaria española. Pero a última hora,
han canjeado su coherencia por unas leyes de apoyo a la maternidad que de
momento sólo existen en el pantanoso terreno de las promesas gubernamentales.
Tanto UPN como los cinco hombres y mujeres que dan título a
este artículo habían basado su actitud discordante en algo tan de perogrullo
como que limitarse a modificar el punto relativo al aborto de menores sin
permiso paterno era tanto como sancionar de facto la Ley Aído y sus postulados
ideológicos de género. Y así es, obviamente: seguirán siendo masacrados
trescientos niños cada día con plena cobertura legal gracias al bloque
monolítico abortista en el que se han convertido las instituciones legislativas
españolas.
Bueno, monolítico no, porque siempre nos quedarán esas cinco
personas que han antepuesto sus principios y los del partido por el que se
presentaron a las elecciones generales, qué duda cabe que cercenando sus
carreras políticas y quizás algo más. Son —los nombres son esenciales en estos
casos— Eva Durán, José Eugenio Aspíroz, Antonio Gutiérrez, Lourdes Méndez, y Javier
Puente. Tres hombres y dos mujeres con piedad que han abierto una puerta
histórica de honestidad por encima de todo, algo que le hace mucha falta a
nuestro país. Cinco nombres que deberían estar ensalzando en sus páginas web
con letras de muchos puntos diderot de tipómetro (guiño para los periodistas
cincuentones como yo) cuantas organizaciones anti abortistas hay en España, que
son muchas más de las que parece aunque sigan tan fragmentadas como siempre.
Por primera vez en la Historia de España, cinco diputados
del partido que "gobierna" con mayoría absoluta han dejado en el
diario de sesiones de la Cámara de Representantes testimonio de libertad acorde
con la línea que dicho partido ha mantenido, aunque bien es cierto que de forma
timorata y retardataria, hasta hace menos de un año. Línea que, por cierto,
sigue pendiente de sustanciación en el Tribunal (parlamentario) Constitucional
desde que va ya para cinco años el mismo partido recurriera la Ley Aído. La
misma que ahora el mismo partido consagra con una reforma que afecta a 500
niñas de un total de 120.000 abortos anuales.
Y ojo al dato jurídico, que es mucho más que un matiz.
Muchos se preguntarán por qué el Gobierno de Mariano Rajoy no retira dicho
recurso —que en realidad son dos, presentados por PP y UPN—. Pues bien, no lo
hace por la sencilla razón de que no puede, no porque no quiera. Los firmantes
de aquellos recursos no coinciden en su totalidad con quienes actualmente
tendrían que retirarlos (los "poderdantes", ¡qué espléndida fuerza
expresiva la de nuestra lengua!), y ello comporta la incapacidad para ejercer
dicha medida. Ya existe un precedente, con una ley catalana de uso de datos
recurrida por el PP en 1993. Es decir, que no subsiste motivación fundada en
las convicciones, sino mera inviabilidad de procedimiento. Que se sepa, lo
mismo que se sabe que el TC (hoy de mayoría "popular") está pendiente
de la reforma legal para emitir sentencia siendo así que el Gobierno estaba
pendiente del TC para reformar la ley. O sea, el círculo vicioso perfecto para
no hacer nada, rasgo distintivo de la política española… hasta que llegó
Podemos.
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