miércoles, 22 de julio de 2015

ELECTORADO BUSCA PARTIDO Carta abierta a VOX y AES

Ahora España. Ha sonado el timbre y es preciso prepararse para hacerse presente en esta nación rota. Hay que acudir a las instituciones con toda la artillería de la democracia. Sé que no es mucho, pero en algún momento debía llegar la gran ocasión de recoger no ya los despojos —eso es muy triste y miserable— sino el electorado entero de partido que hasta ahora servía de refugio a los españoles con sentido del patriotismo y buena voluntad de entendimiento. Por eso os dirijo esta carta abierta, porque vosotros habéis demostrado vuestro inequívoco espíritu de servicio a la Patria sin concesiones al pasteleo. Porque sois dos formaciones que luchan sin desmayo en la defensa de unos valores que (casi) todos los demás han abandonado y que algunos ni siquiera conocen: la vida del ser humano desde la concepción hasta la muerte natural, la unidad de España consagrada por la soberanía nacional, la familia conformada como un matrimonio verdadero y los hijos que son un don de Dios, la religión (entre nosotros la cristiana por antonomasia, con su corolario de justicia social) que encarna la dimensión suprema y más noble del hombre, el estímulo de la superación enemiga de la igualdad impuesta, el afán de construir, la concordia basada en el amor al prójimo, la igualdad de oportunidades, el celo por la obra bien hecha, la generosidad y el sacrificio como modos de vida, la cultura humanista más allá de la simple instrucción tecnológica, la honradez a carta cabal y la verdad, que es lo único que nos hará libres.
Sois respetuosos, sinceros, pacientes, serenos, firmes, entregados, fiables, amantes de la libertad y convencidos partidarios de la responsabilidad individual. Creéis, cada uno a vuestra manera, en la fuerza del espíritu para remover todos los obstáculos y cambiar, mejorándolo, el mundo. Anheláis la promoción de —se le llame como se le llame— las virtudes que hacen del ser humano una especie superior en el Universo: fe, esperanza, caridad, prudencia, justicia, templanza, fortaleza... Os une mucho más que los que os separa.  También hay otros que apuestan por lo mismo o por principios parecidos, pero arrastran —¡qué se le va a hacer!— una herencia histórica, más por concomitancias y asociaciones en las mentalidades sociales que por auténtico parentesco, que hacen prácticamente inviable su acceso democrático al poder, aunque tal vez lo merezcan.
Vosotros sois, hoy por hoy, el último cartucho de la vida política española. Lo digo así y me importa un pito (del Camp Nou) lo que cada uno piense de mi opinión. Sólo me preocupan los españoles que siguen votando por el bien de sus compatriotas y también los que se quedan en casa.
VOX ha conseguido 22 concejales y un alcalde en las recientes elecciones municipales. Eso vale más que lo que no ha ganado. Pero a las fuerzas mediáticas de la partitocracia no le interesa este dato. El stablishmen ha atrapado a VOX y AES y a otros en campanas de cristal para que parezca que no existen, que nadie les respalda, que carecen de futuro y de presente, que el bipartidismo y sus saltimbanquis separatistas y comunistas siguen representándolo todo en este país desértico donde nuestros hijos tienen que malemigrar porque el stablismen ha malversado sus vidas.
Con esos 22 concejales y un alcalde se puede empezar perfectamente. Como habéis recalcado gráficamente, son más que los conseguidos por Ciudadanos en 2007 y en 2011, cuando despegaron.
Tenéis que vencer el miedo, no el vuestro, que no os atenaza, sino el del electorado del PP que no se atreve a votaros porque los otros le han metido en el alma la sombra de los totalitarismos. Pero, si me lo permitís, haced una concesión, sólo una, al marketing electoral. Comprometéos hasta la saciedad, ante notario y con altavoces si es preciso, a no caer en la tentación totalitaria. Haced que ese mensaje cale hasta lo más hondo en la sociedad española. Dedicad todos vuestros desvelos a manifestar que aquellas convicciones inamovibles no tienen nada que ver con acabar con las elecciones cada cuatro años o con viciar de tal manera el sistema que acabéis siendo un Chavez-Maduro de la derecha. Se me responderá que “excusatio nom petita…”, pero aún así, no tenéis más remedio que dar vuestra palabra de forma muy visible. Las cosas están así.
Si conseguís hacer eso —combinar intensamente un decidido y desacomplejado ideario plasmado en una oferta y un programa muy claros, junto a un permanente y fervoroso acatamiento a la voluntad popular y a la revisión libre y periódica del gobierno— vuestro éxito lo tenemos en las punta de las manos.
El PP es un partido en vías de disolución. Ha abandonado a su electorado más fiel. Ha intentado una y otra vez el suicida giro a la izquierda, con el resultado que todos intentamos digerir. De aquí a las generales, puede pasarle de todo, y nada bueno. Tenéis que reaccionar con reflejos. Tenéis la obligación moral de dar un paso al frente en la conquista de la ilusión defraudada por los profesionales de la gaviota. Es muy duro, pero ineludible. Ahora o nunca, queridos profetas solitarios —hasta ahora. Os vengo siguiendo desde hace mucho. Sé que no os rendís. Pero ahora ya no basta con eso. La ofensiva electoral debe ser rápida porque la necesidad es urgente. La seguridad de nuestras calles y nuestras moradas, el derecho a una educación conforme a los criterios paternos, la vida de trescientos niños asesinados cada día, el trabajo de cinco millones de personas y sus familias, el destino de enfermos, minusválidos y ancianos desamparados, la bandera de la unidad, de la coherencia y de la paz bien protegida es un excelente horizonte que necesita líderes y siglas para hacerse realidad.
Modestamente, os invito a perseverar y a recoger esa pobre bandera, hoy en el suelo y hecha jirones, para izarla con sano orgullo y pedir al pueblo español que confíe en vosotros. Y por supuesto, si dentro de cuatro años y medio no habéis sido capaces de emplear esa confianza con honor, os vais a casa (espero que nadie tenga que ir a la cárcel, como les ha ocurrido a tantos otros que también prometían el oro y el moro).
En otras palabras, regeneración, pero de verdad.

Y esto lo firma un periodista que por mantener contra viento y marea su independencia y no haberse doblegado jamás a partido alguno, se encuentra a sus 55 años y tras 34 de ejercicio profesional en su tiempo de silencio del que ahora le redime XYZ.

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