sábado, 18 de marzo de 2017

QUINIENTOS VIERNES SANTOS

Tal día como el que ha expirado hace unos minutos, pero de hace exactamente quinientos años, el escribano público de Sevilla Pedro Farfán reconocía en documento oficial que el hospital de San Andrés y San Antón tenía “ciento y once maravedís de censo y tributo perpetuo sobre unas casas en La Carretería. Linda con casa de Juan Rodríguez —proseguía el acta— de cantarranas y casas de Constanza Fernández y casas de Villa Real y la calle Real, las cuales tuvieron Diego Bernal carpintero de ribera y María Sánchez, su mujer, vecina de esta ciudad, con el dicho cargo de los dichos ciento y once mrs.”
Todo lo cual significa que hoy podemos presumir los “carreteros” de Sevilla de pertenecer a una corporación con más de medio milenio de vida. Ante ello no es mucho, como ocurre con el cronista que suscribe, llevar 55 años en ella. Siento el estremecimiento que debe embargar a todo bien nacido por saberse hermano de la misma cofradía que echara sus raíces a unos metros de las anclas a las que se agarraban los navíos que descubrían trechos ignotos de las Indias. O las que levó la flota que se disponía a circunnavegar por primera vez el mundo.
Es, con todo, la misma Sevilla que acaba de sumir en el olvido esta efeméride sin pena ni gloria. Los ingleses, los americanos, los franceses, cualquiera que enarbole otras banderas, habría disparado salvas. Pero aquí todo se va en petardos. Bueno, pues al menos este periodista que “juró las reglas” en brazos de su padre y con el chupete puesto, no se ha callado. Hoy pido sufragios por el alma de aquel buen matrimonio que un día encargó esta encomienda gracias a la cual sabemos que en cuestión de semanas vamos a vestir una túnica de terciopelo ajado por (al menos) quinientos viernes santos.

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