miércoles, 24 de agosto de 2016

BALLESTEROS DE CAZA MENOR

“Al final, la gente vota al partido y los demás estamos de paso”
Blas Ballesteros dixit

Escribía quien esto suscribe hace algunos meses un artículo titulado “Susana Díaz y la caza mayor” en el que hacía cábalas acerca del futuro con el que jugaba la presidenta moviendo hilos dentro del PSOE para escalar cuanto pudiera en una situación pintiparada. Con altibajos, creo que la realidad me va dando la razón. Pase lo que pase a corto plazo, y una vez superados —quizás en apariencia— dos escollos llamados consejero de Economía (ex rector) y consorte en los cursos de la UGT, la otrora concejal de Juventud (cuando se tocaba de su pelo natural castaño y rizado) va quemando etapas con paciencia tardonera y la mirada puesta, como la chica del Titanic, más allá del horizonte (autonómico).

Susana ha movido ahora un peón de caza menor. O al menos, eso parece. Una Diputación no da el paso que ha dado la de Sevilla creando y nombrando una plaza innecesaria dotada con 70.000 euros anuales sin previa consulta a la instancia superior, que en este caso reside en San Telmo. Pero la pregunta del millón es ¿por qué? Para disparar a los venados es preciso haber afinado la puntería con las liebres. Les doy nombres: a principios de año fue recolocado como inspector médico jefe de Andalucía un señor llamado Alfredo Sánchez Monteseirín, tras varios años dando clase en una universidad madrileña. Plaza fija excelentemente remunerada y dependiente de la Junta de Andalucía. Meses después fue nombrado responsable del Real Alcázar de Sevilla —la mayor empresa municipal— un señor llamado Bernardo Bueno, de larga trayectoria en el PSOE local. Y ahora se concede la antedicha prebenda a don Blas Ballesteros, cuyo historial político nada tiene que envidiar al anterior y se debe principalmente al primero. Las coincidencias en política no existen. Doña Susana Díaz comenzó su recorrido por la Administración de la mano de Monteseirín, como concejal de Juventud, Empleo y Recursos Humanos en la misma corporación en la que figuraba Blas Ballesteros como edil de Turismo, Tráfico y Transportes. Éste último fue fundador y presidente de Aussa, la empresa de la zona azul y los aparcamientos públicos.

Si el puesto de concejala había significado el salto del partido a las instituciones para la secretaria de las Juventudes Socialistas de Andalucía, el salto a la política nacional se produjo a continuación: en 2004, Susana Díaz pasa al Congreso de los Diputados, y simultáneamente a la Secretaría de Organización del PSOE de Sevilla. La siguiente estación sería la de diputada en el Parlamento de Andalucía, que simultanearía con la Secretaría de Organización del PSOE andaluz. El resto, es fácil recomponerlo.

¿Qué pasó durante aquellos primeros años de Díaz en relación directa con el PSOE sevillano para que ahora refloten tan orondamente sus náufragos? Sinceramente, lo ignoro. Sólo puedo dar algunos apuntes. Por ejemplo, la encarnizada guerra entre el sector oficialista, en el que figuraba un señor llamado José Antonio Viera, y el crítico, encabezado por Monteseirín, aunque he de aclarar que la vida de las agrupaciones locales socialistas, especialmente la del centro, es algo así como un totum revolutum en el que al final todo el mundo reaparece. Las combinaciones de alianzas son infinitas, como las del álgebra. Es interesante, no obstante, señalar un hecho cuando menos sumamente curioso. Entre los cuatro sectores que en diciembre de 2008 aglutinaban votos en las elecciones a la Secretaría General de la poderosa agrupación Centro, uno estaba liderado por Blas Ballesteros, que a última hora decidió abandonar a su mentor, Monteseirín, para irse a la lista del enemigo, Bernardo Bueno, el oficialista. Recordemos quién era secretaria de Organización en el PSOE sevillano: Susana Díaz. En las asambleas previas al congreso provincial, Blas había encabezado las listas críticas afines al alcalde. Finalmente, en julio del año siguiente, José Antonio Viera, candidato oficialista, sería elegido secretario provincial con el 90 por ciento de los votos. Ni que decir tiene que, tras la fractura del sector crítico, Bueno era secretario local. La carrera posterior de Díaz, dependía, y mucho de Sevilla Centro. Y también de su licenciatura (o grado) en Derecho, que ha conseguido don Blas tras arduos esfuerzos también y que era requisito —el único que se le ha exigido— para ser lo que ya es.

El sector oficialista dominaba, días antes de las elecciones, la agrupación Centro, y —ojo al dato— la de Triana. En un pis pas, las cosas dieron la vuelta. Medió un intento de los críticos, a través de un dirigente del Ayuntamiento, de movilizar a los militantes trabajadores de Aussa, que eran muchos, para que les respaldaran. Recordemos lo que respondía Ballesteros, en febrero de 2003, cuando había sido defenestrado de las listas municipales, a la acusación de haber “modelado” la plantilla de la empresa: Es cierto que para el personal de confianza haya contado con personas de mi partido y que haya querido rodearme de mi equipo, pero en el resto de contrataciones de la empresa ha guardado el más absoluto respeto a la normativa de contratación municipal.”

Vaya por delante que, dada la complejidad y lo cambiante de la situación en el seno del PSOE más medular de España, cuanto antecede puede contener errores. No obstante, el fondo del asunto es el mismo: Susana Díaz debe mucho a estas piezas de caza menor, fundamentales para mantener “pacificado” al PSOE andaluz por lo que pueda pasar en los próximos meses. De ahí a la montería de grueso calibre no hay nada.

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