jueves, 5 de febrero de 2015

CINE ARTE-SANO Y DILETANTE

Como soy un negado para todo lo que huela a palomitas devoradas al compás de un cine sin enjundia, no sabía hasta ahora qué es un "blockbuster". A lo mejor ustedes tampoco. Es lo que antes se llamaba una superproducción, pero con más marketing. Suenan cantos de sirena para su contrapunto, el cine independiente —¿Ah, pero lo había?— en nuestro país. La entrega incondicional a la subvención pública tiene estas cosas, que desaparecida la conveniencia política, te quedas como una colilla en una cuneta.
Por eso cada día estoy más feliz de haber emprendido el camino de "Pamarbea", una marca registrada detrás de la que no hay empresa ni infraestructura ni negocio. Sólo amor al arte y gratuidad en el servicio a una causa. De momento, nuestro "móvil" es la lucha por la vida de otros, de los más pobres entre los pobres, de los que carecen de voz y de todo: los no nacidos. Ellos son los héroes de "En el último minuto". Ellos en su silencio, y una muchacha llamada María (Pilar Domínguez) en una formidable interpretación que sigue arrancando una lagrimita de quien suscribe cada vez que ve la película.
Redacto estas líneas como un reportero de los antiguos, de esos que no sabían qué iban a escribir hasta que sonaba el timbrazo del taller avisando de que era "la hora". Y entonces, las ideas tomaban forma y lenguaje con el ímpetu de una cascada. Con esa frescura quiero poner al día a nuestros seguidores del camino que va recorriendo "En el último minuto", ese milagro por la gracia de Dios que ha nacido sin dinero y sin dinero pervive, con mejor salud cada día.
En la página web (enelultimominuto.com) se van colgando fotografías de cada proyección. Puedo decir que no he pedido ninguna (algunas que sí las he solicitado no han encontrado eco). Se trata de proyecciones que han venido a mí, merced al célebre "boca-oído", si bien María de los Ángeles, la colega que se ocupa de lanzar las convocatorias, hace bien su faena para darle algo de notoriedad a una película sin publicidad y sin premios (de momento).
Desde su estreno, el 25 de junio pasado, hemos salido —insisto que sin buscarlo— a casi una proyección mensual: La hermandad de La O (10 de octubre), Pro Vida de Mairena del Alcor (21 de octubre), las Jornadas de Apostolado Seglar (Plaza de San Francisco de Sevilla, 24 de octubre), la hermandad del Santo Entierro (12 de diciembre), la hermandad de San Esteban (13 de diciembre), y la hermandad de Montserrat (9 de enero). Si echamos una cuenta aproximada de cuántas personas han asistido a las proyecciones, y teniendo en cuenta que en Bormujos al estreno fueron unas 400, tenemos que nuestro mediometraje, tan modesto, ha tenido ya alrededor de 600 espectadores. Añadamos los que han podido ver el DVD y la cifra puede llegar fácilmente al millar.
Todo eso, repito, sin más dotación presupuestaria que lo que una familia de cinco miembros con su padre, que soy yo, en paro, ha podido aportar.
En puertas tenemos varias proyecciones más, lo que supone que hasta el próximo verano, si Dios quiere, podremos haber mantenido el ritmo de una al mes. Y en todas ellas se ofrece el DVD para que la historia perviva en las casas, las hermandades, las asociaciones o los colegios, aunque éstos últimos parecen algo remisos. De momento, están confirmadas dos exhibiciones (entrada libre) para el mes de febrero: El día 19, a las ocho y media de la tarde, en la sala "La revuelta" (calle Siete Revueltas 33 de Sevilla), y el 27 a la misma hora, en la parroquia de La Anunciación de la barriada obrera de Juan XXIII, en acto organizado por la hermandad de La Anunciación. Ni que decir tiene que la película da pie a coloquios de enorme interés que vuelven a servir para cobrar ánimos unos de otros y darnos cuenta de que no estamos ni mucho menos solos.
La vida se abre paso, pues, y el cine arte-sano y diletante, también. Lucho por mantener viva la llama, y por seguir haciendo películas con valores y en libertad. Desde aquí hago un llamamiento a los miembros del equipo de "En el último minuto" para que estén prestos, porque ya hay nuevos guiones en marcha.
El reportero, que se siente joven aunque "los medios" hayan prescindido de él, tiene el placer de dar a conocer una nueva noticia triunfal: La Biblioteca Nacional —¡nada menos!— se ha interesado por la película y el making off. Esta misma mañana ha recibido una copia la jefa de Servicio de Audiovisuales, doña Alicia García Medina, a quien aprovecho para agradecer su interés en orden a que la alta institución cultural hispánica cumpla su misión, consistente en —son palabras textuales suyas— "la preservación de la producción intelectual que se produce en España entre la que se encuentran los audiovisuales". De esta forma, "En el último minuto", y todos los que figuran en sus títulos, estarán desde ahora en el Catálogo de la Biblioteca Nacional de España, gozando de difusión "a nivel mundial" (vuelven a ser palabras suyas).
Así que enhorabuena, amigos de "En el último minuto", porque se van abriendo unas puertas muy serias, y todo es gracias a Dios y a vuestra labor. Sólo os pido que no abandonéis nunca a la película y que conservéis intacta la ilusión de seguir trabajando por la verdad y por la justicia… con arte (el séptimo, para más señas).

Agrego una anécdota. La noche en que vi en una gran pantalla proyectada la cinta en la Plaza de San Francisco (lugar más sevillano imposible), me acordé del primer equipo de Súper-8 que tuve. Me lo compró mi padre a muy pocos metros de allí, en la tienda Bovis de la calle Sierpes (casi enfrente de la librería San Pablo, donde hoy se venden los DVD). Era un proyector Eumig, mudo, un tomavistas Bell&Howell y una empalmadora de acetona. Recordaba también que junto a las máquinas me regaló —Dios lo tenga en su Gloria— una película sobre las fiestas primaverales de Sevilla. Yo tenía doce años y unas ganas como las de ahora de hacer cosas. La verdad es que no hice muchas (la procesión de la Virgen de los Reyes, un jardín mágico que tenían unas tías mías en la calle San Vicente, con una Rima de Bécquer de voz en off, y la playa de Valdelagrana en El Puerto). Las conservo como oro en paño, y a veces me quedo mirándolas como un tonto, como el director de "Cinema Paradiso" en la escena final de los recortes censurados con los besos. Aquel equipo fue para mí una fuente espectacular de gozo. Y esa noche estaba yo viendo mi primer filme allí al lado, en público, escaso es cierto. Era todo como un sueño, algo muy parecido a la gala de Bormujos. Por cierto, que en la plaza de San Francisco estaba también Guiamo, la tienda donde compré un proyector manual de diapositivas, que guardo, con el primer dinero que gané: seis mil pesetas por tres meses de informativos en la radio, hace ya la friolera de… ¡Qué cosas!

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