Hay un motivo, uno solo, que explica cuanto está pasando en
los países del sur de Europa, especialmente el nuestro con lo que podríamos
llamar "el misterio Podemos". Para ceñirnos a la experiencia
española, podemos decir que fue terminar la dictadura —o quizás antes— y
entregarse la nueva clase política "democrática" a la sistemática y
tenaz tarea de cultivar la frustración en el electorado. ¿Recuerdan los 800.000
puestos de trabajo? Su autor intelectual acaba de jubilarse como parlamentario,
en medio de un aura de santidad laica del que ha participado fervientemente la
derecha. ¿Qué decir del "OTAN, de entrada no"? O del "se
pudrirán en la cárcel", por parte del mismo que acaba de rechazar el
simulacro de cadena perpetua pactado por su partido. Esto, por referirme sólo a
algunas graves cuestiones que se me vienen a la cabeza.
La historia de la democracia en España es la de un gran
engaño. Casi nada de lo sustancial prometido ha sido cumplido. La sensación
sembrada en la sociedad es la de que se le ha tomado el pelo una y otra vez.
¿Es extraño que surja un tumor en el margen de la pantalla? Naturalmente, el
margen es siembre el siniestro, faltaría más. Cuarenta años de Podemos escorado
hacia la derecha tienen que producir otros tantos de inclinación arbitraria
hacia el lado contrario. La "casta", que por supuesto existe, ha ido
agotando todos los márgenes de confianza que la ciudadanía española ha ido
depositando en ella con paciencia digna del santo Job. Lo último, el cartucho
quemado que ha dado a Podemos la mano de la hija casadera en las tres bodas
electorales próximas, ha sido la abdicación del principio sagrado de la vida o
lo que es lo mismo, la reconducción legislativa para que el aborto deje de ser
un derecho. La burla de los impuestos aún pudo encontrar alguna disculpa (los
trucajes contables del Gobierno anterior, etcétera) pero en punto al aborto
sólo cabe responder con las palabras de Gallardón: "¡Qué asco!". Son
los que podríamos denominar "embozados", porque siempre nos han
ocultado su verdadero rostro.
El viaje del Partido Popular a ninguna parte —ese centro que
siempre se escapa hacia la izquierda hasta llegar a manos de los
extraparlamentarios— ha creado el apagón final de la gran comedia. Ni la gente
encuentra trabajo ni cree ya una sola palabra de cuanto le digan ni el PP ni el
PSOE. De modo que Podemos se revela en realidad como un efecto científicamente
inevitable de este diabólico juego de física mecánica que aburriría al mismo
Descartes.
Muchos, generalmente de estirpe marxista, se escandalizan de
este fraude político y de que los beneficiarios sean, según ellos, una panda de
jovenzuelos (o cosas peores) indocumentados. Aquí viene la segunda parte del
experimento de laboratorio que está a punto de rebelarse contra todas las
normas de seguridad del sistema. El proceso regulador de la educación en España
es, desde la Ley General de 1970, una especie de construcción del Frankenstein
que ahora cobra vida propia y se dispone a destruir a sus creadores. Tras un
siglo de Plan Moyano, aquel ministro de la Restauración que diseñó el
Bachillerato en el que nos formamos "los últimos de Filipinas",
Villar Palasí sucumbió a los cantos de sirena del mayo del 68 —y sus ecos en
las universidades españolas— trazando una planta nueva, más igualitaria y
universal, menos elitista y selectiva. Pero este programa podía servir para
desarrollar España si no en el terreno
cultural sí en el económico. Todo se vino abajo sin embargo con la LODE de
Maravall, es decir con los aires revolucionarios de aquellos jóvenes del
"Podemos" que tumbó a la UCD poniendo así fin a la "guerra
civil" light que fue la transición. Felipe González pudo dictar el 29 de
octubre de 1982 un parte que dijera "cautivo y desarmado el postfranquismo
reformista, las huestes socialistas han alcanzado sus últimos objetivos. La
transición ha terminado".
Después vino la LRU, con la que los "penenes"
desterraron a los catedráticos y se apoderaron de la universidad española,
abriendo la caja de pandora que sigue hoy soltando truenos (recientemente,
verbi gracia, un cartel anunciaba la proyección de un "documental" en
la línea de Podemos, organizada por las Juventudes Comunistas de Andalucía en
la sede del Consejo de Alumnos de la Universidad de Sevilla).
Ya cerrada la tenaza por arriba y por abajo, todo era
cuestión de devorar el relleno del emparedado: la enseñanza media, el gran
logro del franquismo. Y se pusieron manos a la obra, dando al BOE una LOGSE que
supuso el final de la obra demoledora emprendida por los protosocialistas del
franquismo.
En suma, todo el sistema educativo español es de cuño
socialista (no olvidemos que la LOU de Aznar quedó finalmente irreconocible y que su
ley de educación apenas entró en vigor) desde el año 1990, con publicación de
la LOGSE. Los chicos de Podemos son criaturas plenamente logsianas, y sus
mentes piensan lo que se propusieron aquellos socialistas triunfales de una era
que no parecía acabar nunca y que hoy hace aguas por todas partes. El profesor
que deconstruyera a Moyano para instalarle un cerebro de Frankenstein, es ahora
víctima de su artefacto. No hay nada extraño en todo esto. La historia está
filmada desde hace muchos años.
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